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viernes, 23 de mayo de 2014

La Polis Griega

Es evidente que la ciudad no nace en la antigua Grecia sino en Oriente Medio hacia el 6500 a. C., donde surgen núcleos como Jericó o Catal Hüyuk.

Sin embargo aunque en las ciudades mesopotámicas, egipcias y cretomicénicas ya existía un urbanismo racional ordenado, con jerarquización zonal, vía principal, etc. Es en la antigua Grecia donde se produce el nacimiento de «la ciudad de los ciudadanos », y con ella del Urbanismo moderno.

Cuando pensamos en la cultura Helénica dos nombres propios vienen a nuestra mente por encima del resto, Platón y Aristóteles. Pero no fue Platón el primero en realizar semejante ejercicio de imaginación. Aristóteles menciona que Faleas de Calcedonia e Hipodamo de Mileto ya habían intentado sentar las bases del Estado ideal.

Faleas propone una utopía socialista en la que para alcanzar la perfección de la república se realiza un reparto de la tierra en lotes semejantes, a lo que Aristóteles responde: “La multitud se rebela a causa de la desigualdad de las fortunas, y los hombres superiores se indignan con la repartición igual de los hombres” (Aristóteles, Política II, 4).

En cuanto a Hipodamo ideó un plano de ciudad en forma de tablero de ajedrez, aplicado por él en el Pireo. La república de Hipodamo había de contar con 10.000 habitantes repartidos en tres clases: agricultores, artesanos y guerreros. No veía claro Aristóteles la nivelación de las tres clases ni que una de ellas tuviera armas, “nada hay más montruoso que la injusticia armada” (Aristóteles, Política I, I).

En el caso de las polis soñadas hay que tener siempre en cuenta que son resultado de los fundamentos filosóficos concebidos para reglamentar la vida en ellas.


Tres son las ciudades ideales descritas por Platón en sus escritos. La ciudad de Calípolis, explicada en La República (hacia el 375 a. C) y en Timeo (h. el 360 a. C), y de la que se desconoce todo sobre su aspecto físico, planta, dimensiones y distribución. La ciudad de la Atlantida, mencionada en el Critias, y la más compleja e interesante, La ciudad de Magnesia, de la que habla en Las Leyes.

La ciudad de la Atlántida era circular, se alzaba sobre un pequeño montecillo cercano a una bella y fértil llanura situada en el centro de la isla de los Atlantes. Formada por tres coronas de agua y dos de tierra que rodeaban el círculo central de la residencia del dios Poseidón. Estaba comunicada con el mar por un canal de 50 estadios. En total la ciudad tenía un diámetro de 27 estadios, es decir, 4695 metros.

Bien amurallada en piedra cubierta de oricalco, estaño y cobre, la última fortificación era una gran llanura circular que rodeaba concéntricamente a la ciudad y encerraba las tierras de cultivo. Su paramento exterior era tangente al mar y tenía tres estadios de espesor. La segunda muralla interior estaba cubierta por casas. En la Acrópolis se hallaba el palacio real; el templo de Clitio y Poseidón, y los baños reales, baños para hombres, mujeres, caballos y bestias de carga. Por otra parte, los templos, jardines, gimnasios, picaderos y un gran hipódromo se hallaban en el segundo recinto de tierra.

Imagen 1. La Atlántida (Pierre Benoit, La Atlántida-1920).

Mucho se ha escrito a lo largo de la historia sobre La Atlantida, su ubicación real, si realmente existió o sólo es una ciudad ideal imaginada por Platón. No es objeto de este blog discutir la existencia o no de la ciudad ni su ubicación.

National Geographic realizó un documental en 2012 en el que se presentan los últimos descubrimientos del posible emplazamiento de la mítica Atlántida en las marismas de Doñana al sur de España.


La ciudad de los Magnetes (Magnesia), por su parte, habría de situarse como modelo de colonia ideal en el centro de la isla de Creta, aislada de ciudades vecinas y distando del mar unos 80 estadios. En ella habría 5.040 hombres libres, ociosos y dedicados al estudio y al gimnasio. Además hasta otros 50.000 servidores y artesanos. Si bien las comidas se efectuarían en común y cada uno entregaría sus aportaciones, las mujeres, los hijos y la vivienda eran cosa particular.

De igual modo que la ciudad de los Atlantes, Magnesia sería de planta circular y estaría dividida en tres zonas: ciudadela, ciudad y campo, en una proporción de 1:2:3.


Imagen 2. Platón, Magnesia. Proporciones (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)

La ciudad y el agger se dividían en 12 partes por medio de 12 calles y caminos radiales. En cada uno de los 12 distritos de la ciudad vivirían 420 ciudadanos, con una casa próxima al centro y otro próxima a la muralla. En cada doceavo de zona agrícola habría una aldea, al tiempo que cada porción se dividía en 840 parcelas, dos por cada ciudadano, una cerca de la ciudad y otra más alejada.


Imagen 3. Platón, Magnesia. Distribución (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)


En la ciudadela habría tres templos, dedicados a Hestia, Zeus y Atenea, rodeados por una cerca guardada por doríforos seleccionados. Habría agua en todas partes, de lluvia y de manantiales, repartida por tuberías. Doce altares en los doce templos en tomo a la ciudadela, así como una plaza con una fuente en cada parte.

En cada aldea un templo, un santuario, un tribunal de justicia y una hospedería. Seis gimnasios, tres para ancianos y tres para jóvenes, los primeros en el centro y los segundos en el campo; más una cárcel cerca del ágora, un reformatorio y un penal severísimo completaban los edificios públicos de Magnesia. Pero las viviendas particulares también conformarían la fortificación «corno una sola casan. Finalmente en cada aldea habría una sección de artesanos, mientras que en cada zona de la ciudad habría un doceavo de la decimotercera sección de artesanos.


Imagen 4. Platón, Magnesia. Distribución de templos y santuarios (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)

En conclusión se puede apreciar la escasez de datos referentes a la forma física de las ciudades ideales de Platón, pero destaca el hecho de que ambas ofrezcan la misma planta circular. La justificación de esta forma es fácil de hacer y se encuentra en relación con la filosofía griega: la polis es un microcosmos y como el cosmos debe ser circular. El círculo además simboliza la inmortalidad y es la forma de la verdad, la figura más perfecta.


Por otra parte, Aristóteles (384-322 a. C.) también concibió la polis como espacio de la vida espiritual encaminada hacia la virtud, lugar donde se alcanzará la felicidad del individuo y el provecho de la comunidad. Nos habla de ello en la Política.

A diferencia de Platón, Aristóteles no describe el marco físico de su ciudad ideal, pero sin embargo plantea las condiciones ideales de la misma. Tendrá dicha ciudad los elementos necesarios para la autarquía y la eficacia, estando dividida también en tres clases sociales: ciudadanos ociosos, esclavos agricultores y artesanos. Estas dos últimas forman el pueblo. De los primeros saldrán los guerreros, sacerdotes y gobernantes.

Su tamaño, por otra parte, será el suficiente para el autoabastecimiento; su territorio de calidad, de fácil socorro y de difícil acceso para los atacantes. En zona salubre, con agua abundante, de buena ubicación política y emplazamiento estratégico.

La distribución de la tierra sería en dos partes: un tercio de propiedad común destinada al sostenimiento de los sacerdotes y de las comidas comunes, y dos tercios de propiedad particular, teniendo cada ciudadano un lote cerca de la ciudad y otro cerca de la frontera.
Por la opinión de Aristóteles podemos deducir que consideraba más agradable y útil para toda clase de actividades la distribución regular y moderna al modo de Hipodamo. Pero reconoce que es más defensiva la disposición antigua irregular (systádes). La ciudad ideal debería tener parte de ambas disposiciones. Las murallas no sólo serían útiles sino que contribuirían al ornato de la ciudad.

Finalmente la ciudad contaría con una serie de elementos y edificios públicos: en la zona de servicio de los dioses habría templos, mesas comunes para magistrados y sacerdotes, plaza para el ocio de los ciudadanos y gimnasio para adultos; en la zona de comidas comunes, la plaza del mercado y la sede de los magistrados administrativos; en la zona de los particulares, nuevos templos, mesas comunes para los magistrados agrónomos, puestos de guardia y mesas para los ciudadanos.


Imagen 5. Aristóteles, ciudad de la Política, según Cervera Vera


(Fuente: MUÑOZ JIMÉNEZ, J.M. Aproximación al urbanismo griego: la ciudad como obra de arte. Estudios Clásicos, Tomo XXXIII (Número 100). Madrid, 1991.)

jueves, 15 de mayo de 2014

Introducción

"La ciudad es la más importante obra del hombre, lo reúne todo, y nada que se relacione con el hombre le es ajeno o indiferente" (Walt Whitman).

"La ciudad es la forma y el símbolo de una relación social integrada" (Lewis Mumford).

Son muchos los que han tratado de definir el concepto de ciudad, pero he elegido estas dos definiciones porque reflejan dos aspectos esenciales de la ciudad que son relevantes para comprender el por qué de una "Ciudad ideal".

El primero es que la ciudad es obra del hombre y por lo tanto es tarea de éste su creación y su evolución.
Y en segundo lugar la ciudad es un fiel reflejo de la sociedad, con sus desigualdades e incongruencias, lo que lleva a pensar que una ciudad ideal puede dar lugar a una sociedad ideal.

Teniendo en cuenta esto, a lo largo de la historia arquitectos, artistas, filósofos y escritores han imaginado una ciudad ideal, ya sea como representación física de una sociedad utópica o distópica, o como respuesta a problemas en la ciudad existente.

En este blog se pretende hacer un repaso cronológico de la larga búsqueda que ha sido y es la ciudad ideal, comenzando en la antigua Grecia y llegando hasta nuestros días.