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jueves, 24 de julio de 2014

Utopías


Utopía, de Tomás Moro


Biografía


(Thomas More) Político y humanista inglés (Londres, 1478 -1535). Procedente de la pequeña nobleza, estudió en la Universidad de Oxford y accedió a la corte inglesa en calidad de jurista. Su experiencia como abogado y juez le hizo reflexionar sobre la injusticia del mundo, a la luz de su relación intelectual con los humanistas del continente (como Erasmo de Rotterdam). Desde 1504 fue miembro del Parlamento, donde se hizo notar por sus posturas audaces en contra de la tiranía.

Su obra más relevante como pensador político fue Utopía (París, 1516). En ella criticó el orden político, social y religioso establecido, bajo la fórmula de imaginar cómo antítesis una comunidad perfecta. Su modelo estaba caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y el imperio de la Ley, combinando la democracia en las unidades de base con la obediencia general a la planificación racional del gobierno.


Obra


Utopía, cuyo nombre original en latín es Libellus. . . De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae (en español, Libro Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía).

El libro consta de dos partes. La primera es un diálogo que gira principalmente en torno a cuestiones filosóficas, políticas y económicas en la Inglaterra contemporánea al autor y la segunda parte es la narración que uno de los personajes del diálogo realiza de la isla de Utopía.

El nombre de la isla fue inventado por Moro y los estudiosos de su obra le atribuyen dos orígenes, ambos del griego. Uno es ou, que significa "no" y el otro eu, que significa "bueno". En ambos casos, el prefijo se complementa con la palabra topos, que se traduce como "lugar".

Aunque con el paso del tiempo el término utopía se haya popularizado como sinónimo de perfección, u objetivo inalcanzable, Tomás Moro no le atribuye explícitamente ese significado en su obra.
La descripción de la isla es realizada en el libro a través del personaje de un explorador, Raphael Hythloday, que Moro presenta como un integrante de la tripulación de Vespucio (Americo Vespucio) que se separó durante el viaje junto a otro tripulantes y que vivió cinco años en la comunidad de Utopía.

Nos cuenta que Utopía es una isla artificial con forma de luna creciente  con una anchura en su parte central de 200 millas y formando un arco de 500 millas. Esta forma de media luna deja una bahía resguardada de los vientos que sirve de puerto natural. Tanto la bahía como toda la línea de costa son de difícil acceso para posibles atacantes, con lo que el autor soluciona el tema de la seguridad.


Imagen 1. Mapa de Abraham Ortelius,ca. 1595.

La isla cuenta con cincuenta y cuatro grandes y magníficas ciudades. Todas ellas tienen la misma lengua, idénticas costumbres, instituciones y leyes. Todas están construidas sobre un mismo plano, y todas tienen un mismo aspecto, salvo las particularidades del terreno. La distancia que separa a las ciudades vecinas es de veinticuatro millas. Ninguna, sin embargo, está tan lejana que no se pueda llegar ella desde otra ciudad en un día de camino. La capital es Amaurota por encontrarse en medio de la isla.

Cada ciudad tiene asignados terrenos cultivables en una superficie no menor a doce millas por cada uno de los lados; si la distancia entre ciudades es mayor, entonces la superficie puede aumentarse. Ninguna ciudad tiene ansias de extender sus territorios. Los habitantes se consideran más agricultores que propietarios.

En medio de los campos hay casas muy cómodas y perfectamente equipadas de aperos de labranza. Son habitadas por ciudadanos que vienen en turnos a residir en ellas. Cada familia rural consta de cuarenta miembros, hombres y mujeres. Todos los años veinte agricultores de cada familia vuelven a la ciudad, después de haber residido dos arios en el campo. Son remplazados por otros veinte individuos. Estos son instruidos juntamente con los que llevan todavía un año, y que, como es lógico, tienen una mayor experiencia en las faenas del campo. A su vez, serán los instructores del próximo año. Los campesinos cultivan la tierra, crían ganado, labran la madera, y la transportan a la ciudad unas veces por tierra y otras por mar.

Amaurota está situada en la suave pendiente de una colina. Su forma es casi un cuadrado. Su anchura, en efecto, comienza casi al borde de la cumbre de la colina, se extiende dos mil pasos hasta el río Anhidro, y se alarga a medida que sigue el curso del río.

La ciudad está unida a la otra orilla del río por un puente de espléndidos arcos, con pilares de piedra, no de madera. Este puente situado en la parte más alejada del mar, permite a los navíos atravesar totalmente y sin riesgo toda la zona de la ciudad bañada por el río.

Una alta y ancha muralla, guarnecida de torres y de fortalezas frecuentes, hace de la ciudad una plaza fuerte. En sus tres lados hay un foso sin agua, ancho y profundo, pero impracticable a causa de la maraña de espinos. En el cuarto lado, el río mismo hace de foso.

El trazado de calles y plazas responde al tráfico y a la protección contra el viento. Los edificios son elegantes y limpios, en forma de terraza, y están situados frente a frente a lo largo de toda la calle. Las fachadas de las casas están separadas por una calzada de veinte pies de ancho. En su parte trasera hay un amplio huerto o jardín tan ancho como la misma calzada, y rodeado por la parte trasera de las demás manzanas. Cada casa tiene una puerta principal que da a la calle, y otra trasera que da al jardín. Ambas puertas son de doble hoja, que se abren con un leve empujón y se cierran automáticamente detrás de uno. Todos pueden entrar y salir en ellas. Nada se considera de propiedad privada. Las mismas casas se cambian cada diez años, después de echarlas a suertes.

 (Fuente: Utopía, Tomás Moro)


La ciudad del sol, de Tommaso Campanella


Biografía


(Giovanni Campanella; Stilo, 1568 - París, 1639) Filósofo italiano que defendió en su obra una sensibilidad universal, el conocimiento de uno mismo como principio de toda certeza y una única religión natural, de la que las religiones concretas no son sino meras formas parciales. De sus obras destaca la célebre utopía política La ciudad del Sol (Civitas Solis)(c. 1602), proyecto social que debía guiarse por las leyes naturales y del que quedaban excluidos la propiedad privada y el individualismo.


Obra


En la primera parte de su libro La ciudad del Sol habla de la forma de la ciudad y de su gobierno. El autor narra la historia a modo de diálogo entre el gran Maestre de los Hospitalarios y un Almirante genovés, huésped suyo. Es éste último el que nos describe cómo conoció la ciudad en uno de sus viajes.

La Ciudad del Sol se encuentra en la ínsula imaginaria de Taprobana (la actual Sri Lanka).

En el centro de una vastísima llanura surge una elevada colina, sobre la cual descansa la mayor parte de la Ciudad. Sin embargo, sus numerosas circunferencias se extienden mucho más allá de las faldas del monte, de modo que el diámetro de la Ciudad tiene dos o más millas, y siete el recinto Íntegro. Se halla dividida en siete grandes círculos o recintos, cada uno de los cuales lleva el nombre de uno de los siete planetas. Se pasa de uno a otro recinto por cuatro corredores y por cuatro puertas, orientadas respectivamente en dirección de los cuatro puntos cardinales. La Ciudad está construída de tal manera que, si alguien lograse ganar el primer recinto, necesitaría redoblar su esfuerzo para conquistar el segundo; mayor aún, para el tercero, y así sucesivament. Por consiguiente, el que quisiera conquistarla, tendría que atacarla siete veces. El primero de sus recintos tiene tal anchura, está tan lleno de terraplenes y tan defendido con fortalezas, torres, máquinas de guerra y fosos, que es infranqueable.

De esta manera el autor fija la seguridad de la ciudad, no hay que olvidar que éste era el aspecto más importante en aquélla época.

Al traspasar la puerta que mira al Septentrión (la cual está revestida de hierro y construída en forma tal que puede levantarse, bajarse y cerrarse cómoda y seguramente, corriendo para ello, con maravilloso arte, resortes que penetran hasta el fondo de resistentes jambas), hay un espacio llano, de sesenta pasos de extensión, entre la primera y la segunda pared.

Desde allí se contemplan inmensos palacios, unidos tan estrechamente entre sí a lo largo del muro del segundo círculo que puede decirse que forman un solo edificio. A la mitad de la altura de dichos palacios surge una serie de arcadas que se prolongan a lo largo de todo el círculo, sobre las cuales hay galerías y se apoyan en hermosas columnas de amplia base que rodean casi totalmente el subpórtico, como los peristilos o los claustros de los monjes.

Por abajo, únicamente son accesibles por la parte cóncava del muro interior. Por ella se penetra a pie llano en las habitaciones inferiores, mientras que para llegar a las superiores hay que subir por escaleras de mármol que conducen a unas galerías interiores. Desde éstas se llega a las partes más altas de los edificios, que son hermosas, poseen ventanas en la parte cóncava y en la parte convexa de los muros y se distinguen por sus livianas paredes.

El muro convexo, es decir, el exterior, tiene ocho palmos de espesor; el cóncavo, tres; el intermedio, uno o casi uno y medio.

Se llega después a la segunda llanura, que es unos tres pasos más estrecha que la primera. Entonces se divisa el primer muro del segundo círculo, adornado en su parte interior y superior con galerías análogas a las del primero. En la parte interna hay otro muro que rodea los palacios y posee unos segundos balcones y peristilos semejantes, sostenidos por columnas. En la parte de arriba tiene excelentes pinturas en el lugar en que las puertas sobresalen de las habitaciones superiores.



Imagen 2. Representación de la Ciudad del Sol

Y así, a través de parecidos círculos y dobles muros que rodean los palacios, adornados de galerías situadas en la parte exterior y sostenidas por columnas, se llega, caminando siempre por terreno llano, a la parte última de la Ciudad.

Sin embargo, al entrar por las puertas de cada uno de los círculos (las cuales son dos, a saber, una del muro exterior y otra del interior), hay que subir escalones, pero construidos de tal manera que apenas es perceptible la subida, porque se camina en sentido transversal y además los escalones distan muy poco unos de otros.

En la cima del monte hay una llanura muy extensa, en cuyo centro surge un templo admirablemente construido.

Una vez más se recurre a la forma circular y la defensa de la ciudad es la característica principal que define el urbanismo.

El templo es completamente redondo y no está rodeado de muros, sino que se apoya en gruesas columnas, bellamente decoradas. La bóveda principal, admirablemente construída y situada en el centro o polo del templo, posee una segunda bóveda, más alta y de menor dimensión, dotada de un respiradero, próximo al altar que es único y se encuentra rodeado de columnas en el centro del templo. Este último tiene más de trescientos cincuenta pasos de extensión.

Sobre el altar se ve únicamente un globo grande en el que está dibujado todo el cielo, y otro que representa la Tierra. Además, en el techo de la bóveda principal están pintadas y designadas con sus propios nombres todas las estrellas celestes, desde la primera hasta la sexta magnitud.

En cuanto a la forma de gobierno: El jefe supremo es un sacerdote, al que en su idioma designan con el nombre de Hob, en el nuestro, le llamaríamos Metafísico. Se halla al frente de todas las cosas temporales y espirituales.

Le asisten tres jefes adjuntos, llamados Pon, Sin y Mor, palabras que en nuestra lengua significan respectivamente Poder, Sabiduría y Amor.

El Poder tiene a su cargo lo relativo a la guerra y a la paz, así como también al arte militar.
A la Sabiduría compete lo concerniente a las artes liberales y mecánicas, las ciencias y sus magistrados, los doctores y las escuelas de las correspondientes disciplinas.

En primer lugar, el Amor tiene a su cargo todo lo concerniente a la procreación, a fin de que hombres y mujeres se unan entre sí en condiciones tales que engendren una excelente prole.

El autor defiende que la propiedad en cualquiera de sus formas nace y se fomenta por el hecho de que cada uno posee a título exclusivo casa, hijos y mujeres.

De aquí surge el amor propio, pues cada cual aspira a enriquecer a sus hijos, encumbrarlos a los más altos puestos y convertirlos en herederos de cuantiosos bienes. Para conseguirlo, los poderosos y los descendientes de noble linaje defraudan al erario público; los débiles, los pobres y los de origen humilde se tornan avaros, intrigantes e hipócritas. Por el contrario, una vez que ha desaparecido el amor propio, subsiste solamente el amor a la colectividad.

Por lo tanto no existe la propiedad privada y nadie necesita más de lo que se le asigna.

(Fuente: La Ciudad del Sol, Tommaso Campanella)

La Nueva Atlántida, de Francis Bacon


Biografía


Francis Bacon (1561/01/22 - 1626/04/09)
Nació el 22 de enero de 1561 en Londres. Hijo de Sir Nicolás Bacon.
Cursó estudios en Cambridge. Pasó algún tiempo como residente en París, como parte de la embajada de Inglaterra. Fue nombrado por Isabel I Lord del Sello Privado, consejero extraordinario del reino y además lo eligió para la Cámara de los Comunes.

En su obra filosófica aparece la gran influencia de Montaigne y Maquiavelo. Su proyecto de reforma de las ciencias tiene su base en su Novum Organum sive iudicia vera de interpretatione naturae de 1620. En ella contraponía al Organon aristotélico, como nuevo método de lógica inductiva. Por lo que se le considera padre empirismo.

Francis Bacon falleció en Highgate el 9 de abril de 1626, cuando ya se había retirado, mientras trataba de comprobar los efectos del frío para la conservación de los alimentos.
En 1627 se publicó póstumamente su Nueva Atlántida, una utopía basada en una ciudad gobernada por sabios.

Obra


La nueva Atlántida sigue la línea de las utopías clásicas, es decir un Estado ideal imaginario en el cual los ciudadanos no tienen problemas debido a la perfecta organización social. El título hace referencia a la obra de Platón que ya se vio aquí.

Una vez más el autor nos embarca en un viaje de descubrimiento de nuevos mundos como ya hemos visto en las otras utopías, no podemos olvidar que desde que Cristóbal Colón descubriera América y demostrase que la Tierra es redonda, se sucedieron miles de expediciones en busca de nuevos mundos que explorar, y por qué no decirlo, que explotar.

Habla el autor de que parten en barco de Perú hacia China y Japón y que tras varios meses de viaje y agotadas las provisiones encuentran tierra y una hermosa ciudad.
Se trata de la isla de Bensalem, con un diámetro de 5.600 millas, donde habita un pueblo gentil, que ha permanecido oculto al resto del mundo aunque conoce la religión cristiana y el resto de países gracias a que envía viajeros por todos los países para adquirir conocimiento.



Imagen 3.  Representación de la Nueva Atlántida

Ya sea porque se trata de una obra inconclusa o porque el libro es un ejercicio filosófico con el objetivo de mostrar un método científico basado en la observación, el caso es que el autor no describe cómo sería físicamente la ciudad ideal, y se centra más en lo que a su criterio debe ser la sociedad ideal.

En esta sociedad la familia es lo más importante y se rigen por unas leyes muy estrictas en cuanto a los extranjeros.


El autor cae en una contradicción, los habitantes de Bensalem son muy religiosos, y admiran y alaban la obra de Dios, sin embargo no dudan en alterar la naturaleza desarrollando nuevas especies de animales y plantas, prolongando la vida de las personas o incluso crean nuevos materiales mediante alquimia.

(Fuente: La Nueva Atlántida, Francis Bacon)

martes, 3 de junio de 2014

Vitruvio

Marco Vitruvio Polión (Siglo I a.C.) Arquitecto romano, autor del tratado “De Architectura”, dividido en diez libros y compuesto probablemente hacia el 27 a. de C., es el único tratado orgánico de su género que nos ha llegado del mundo clásico. El texto, tiene el carácter de manual de resumen y divulgación, y refleja los procedimientos de la arquitectura romana durante el último siglo de la república.

El tratado fue redescubierto hacia el 1412-1414 y desde entonces supuso una guía para los autores del renacimiento, pero de eso hablaremos en el capítulo correspondiente.

Según el autor, la arquitectura descansa en tres principios: la Belleza (Venustas), la Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas) que es la base de la utilización y/o función de la arquitectura. La arquitectura se puede definir, entonces, como un equilibrio entre estos tres elementos, sin sobrepasar ninguno a los otros.

Vitruvio en su concepción de la ciudad ideal agrega una nueva dimensión a la arquitectura que corresponde a las condiciones meteorológicas del lugar geográfico en el cual se emplaza la ciudad. Ésta debe defenderse de los vientos predominantes, e identifica cuatro vientos, los cuales define como:

o   SOLANO AL ESTE
o   AUSTER AL SUR
o   FAVONIUS AL OESTE
o   SEPTENTRIO AL NORTE

Y ahora veamos lo que dice en su ilustre obra:

En el Capítulo IV del Libro Primero: “De la elección de los parajes sanos”, el autor nos habla del emplazamiento ideal para una ciudad, en un lugar elevado, de clima templado, lejos de zonas insalubres e incluso del mar por considerar el autor que los cambios de temperatura y los vientos son perjudiciales para los habitantes.

Resulta curiosa la técnica empleada para decidir la idoneidad de una zona, sacrificando animales y observando sus vísceras, que les proporcionaban información sobre la calidad del aire y del agua, así como posibles elementos contaminantes.

En el Capítulo V del Libro Primero: “De la construcción de los muros y torres”, se habla de la forma que debe tener la ciudad, hay que tener en cuenta que se habla de ciudades fortificadas y que por tanto prima el carácter defensivo en su forma.

“Las ciudades no deben ser cuadradas, ni de ángulos agudos, sino a la redonda, para que el enemigo pueda ser descubierto de muchas partes.”

Las torres estarán por fuera de los muros, de forma circular o poligonal y separadas entre sí una distancia inferior a un tiro de flecha, con el objetivo de defenderlas mejor. En el exterior del muro se harán fosos y terraplenes según la topografía para impedir el asalto con máquinas de guerra.

En el Capítulo VI del Libro Primero: “De la recta distribución y situación de los edificios de muros adentro”, aconseja trazar las calles de manera que queden protegidas de los 8 vientos dominantes. Aparte de los cuatro vientos ya descritos tenemos otros cuatro: entre Solano y Austro el Euro, entre Austro y Favonio el Africano, entre Favonio y Septentrio el Cauro (o Coro), y entre Septentrio y Solano el Aquilón.


Imagen 1. Rosa de los 24 vientos según Vitruvio (Fuente: “De Architectura” traducción de D. Joseph Ortíz y Sanz, 1787)

Se orientan las calles maestras entre cada dos vientos de modo que se evite que éstos circulen libremente por ellas, y se colocan las torres de los muros de tal manera que rompan los vientos y los disipen.

En este capítulo el autor explica detalladamente cómo orientar las calles en función del sol mediante un gnomon (objeto alargado que proyecta sombra sobre una escala graduada) colocado en el centro de la ciudad.

 


Imagen 2. Planta de una ciudad resguardada de los vientos según Vitruvio (Fuente: “De Architectura” traducción de D. Joseph Ortíz y Sanz, 1787)

Por último en el Capítulo VII del Libro Primero: “De la elección de áreas para los lugares del uso común de la ciudad”, en la que se ubican los templos sagrados, el foro y demás lugares públicos de la siguiente manera:


Si la ciudad está en la costa, el foro se ubicará en el puerto, si no  en el centro de la ciudad. Los templos para los dioses titulares de la ciudad se ubicarán en el sitio más elevado. A Mercurio en el foro o en el mercado, a Apolo junto al teatro. A Hércules junto al gimnasio o anfiteatro, o en caso de no existir éstos, junto al circo. A Marte fuera de la ciudad y a Venus junto a las puertas.

Podemos ver cómo Vitruvio le da gran importancia al clima y a las condiciones de salubridad del emplazamiento de la ciudad ideal, y es que para él la seguridad y la salud de los ciudadanos es primordial y en ello basa sus ideas.

viernes, 23 de mayo de 2014

La Polis Griega

Es evidente que la ciudad no nace en la antigua Grecia sino en Oriente Medio hacia el 6500 a. C., donde surgen núcleos como Jericó o Catal Hüyuk.

Sin embargo aunque en las ciudades mesopotámicas, egipcias y cretomicénicas ya existía un urbanismo racional ordenado, con jerarquización zonal, vía principal, etc. Es en la antigua Grecia donde se produce el nacimiento de «la ciudad de los ciudadanos », y con ella del Urbanismo moderno.

Cuando pensamos en la cultura Helénica dos nombres propios vienen a nuestra mente por encima del resto, Platón y Aristóteles. Pero no fue Platón el primero en realizar semejante ejercicio de imaginación. Aristóteles menciona que Faleas de Calcedonia e Hipodamo de Mileto ya habían intentado sentar las bases del Estado ideal.

Faleas propone una utopía socialista en la que para alcanzar la perfección de la república se realiza un reparto de la tierra en lotes semejantes, a lo que Aristóteles responde: “La multitud se rebela a causa de la desigualdad de las fortunas, y los hombres superiores se indignan con la repartición igual de los hombres” (Aristóteles, Política II, 4).

En cuanto a Hipodamo ideó un plano de ciudad en forma de tablero de ajedrez, aplicado por él en el Pireo. La república de Hipodamo había de contar con 10.000 habitantes repartidos en tres clases: agricultores, artesanos y guerreros. No veía claro Aristóteles la nivelación de las tres clases ni que una de ellas tuviera armas, “nada hay más montruoso que la injusticia armada” (Aristóteles, Política I, I).

En el caso de las polis soñadas hay que tener siempre en cuenta que son resultado de los fundamentos filosóficos concebidos para reglamentar la vida en ellas.


Tres son las ciudades ideales descritas por Platón en sus escritos. La ciudad de Calípolis, explicada en La República (hacia el 375 a. C) y en Timeo (h. el 360 a. C), y de la que se desconoce todo sobre su aspecto físico, planta, dimensiones y distribución. La ciudad de la Atlantida, mencionada en el Critias, y la más compleja e interesante, La ciudad de Magnesia, de la que habla en Las Leyes.

La ciudad de la Atlántida era circular, se alzaba sobre un pequeño montecillo cercano a una bella y fértil llanura situada en el centro de la isla de los Atlantes. Formada por tres coronas de agua y dos de tierra que rodeaban el círculo central de la residencia del dios Poseidón. Estaba comunicada con el mar por un canal de 50 estadios. En total la ciudad tenía un diámetro de 27 estadios, es decir, 4695 metros.

Bien amurallada en piedra cubierta de oricalco, estaño y cobre, la última fortificación era una gran llanura circular que rodeaba concéntricamente a la ciudad y encerraba las tierras de cultivo. Su paramento exterior era tangente al mar y tenía tres estadios de espesor. La segunda muralla interior estaba cubierta por casas. En la Acrópolis se hallaba el palacio real; el templo de Clitio y Poseidón, y los baños reales, baños para hombres, mujeres, caballos y bestias de carga. Por otra parte, los templos, jardines, gimnasios, picaderos y un gran hipódromo se hallaban en el segundo recinto de tierra.

Imagen 1. La Atlántida (Pierre Benoit, La Atlántida-1920).

Mucho se ha escrito a lo largo de la historia sobre La Atlantida, su ubicación real, si realmente existió o sólo es una ciudad ideal imaginada por Platón. No es objeto de este blog discutir la existencia o no de la ciudad ni su ubicación.

National Geographic realizó un documental en 2012 en el que se presentan los últimos descubrimientos del posible emplazamiento de la mítica Atlántida en las marismas de Doñana al sur de España.


La ciudad de los Magnetes (Magnesia), por su parte, habría de situarse como modelo de colonia ideal en el centro de la isla de Creta, aislada de ciudades vecinas y distando del mar unos 80 estadios. En ella habría 5.040 hombres libres, ociosos y dedicados al estudio y al gimnasio. Además hasta otros 50.000 servidores y artesanos. Si bien las comidas se efectuarían en común y cada uno entregaría sus aportaciones, las mujeres, los hijos y la vivienda eran cosa particular.

De igual modo que la ciudad de los Atlantes, Magnesia sería de planta circular y estaría dividida en tres zonas: ciudadela, ciudad y campo, en una proporción de 1:2:3.


Imagen 2. Platón, Magnesia. Proporciones (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)

La ciudad y el agger se dividían en 12 partes por medio de 12 calles y caminos radiales. En cada uno de los 12 distritos de la ciudad vivirían 420 ciudadanos, con una casa próxima al centro y otro próxima a la muralla. En cada doceavo de zona agrícola habría una aldea, al tiempo que cada porción se dividía en 840 parcelas, dos por cada ciudadano, una cerca de la ciudad y otra más alejada.


Imagen 3. Platón, Magnesia. Distribución (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)


En la ciudadela habría tres templos, dedicados a Hestia, Zeus y Atenea, rodeados por una cerca guardada por doríforos seleccionados. Habría agua en todas partes, de lluvia y de manantiales, repartida por tuberías. Doce altares en los doce templos en tomo a la ciudadela, así como una plaza con una fuente en cada parte.

En cada aldea un templo, un santuario, un tribunal de justicia y una hospedería. Seis gimnasios, tres para ancianos y tres para jóvenes, los primeros en el centro y los segundos en el campo; más una cárcel cerca del ágora, un reformatorio y un penal severísimo completaban los edificios públicos de Magnesia. Pero las viviendas particulares también conformarían la fortificación «corno una sola casan. Finalmente en cada aldea habría una sección de artesanos, mientras que en cada zona de la ciudad habría un doceavo de la decimotercera sección de artesanos.


Imagen 4. Platón, Magnesia. Distribución de templos y santuarios (según Cervera Vera. L, Sobre las ciudades ideales de Platón)

En conclusión se puede apreciar la escasez de datos referentes a la forma física de las ciudades ideales de Platón, pero destaca el hecho de que ambas ofrezcan la misma planta circular. La justificación de esta forma es fácil de hacer y se encuentra en relación con la filosofía griega: la polis es un microcosmos y como el cosmos debe ser circular. El círculo además simboliza la inmortalidad y es la forma de la verdad, la figura más perfecta.


Por otra parte, Aristóteles (384-322 a. C.) también concibió la polis como espacio de la vida espiritual encaminada hacia la virtud, lugar donde se alcanzará la felicidad del individuo y el provecho de la comunidad. Nos habla de ello en la Política.

A diferencia de Platón, Aristóteles no describe el marco físico de su ciudad ideal, pero sin embargo plantea las condiciones ideales de la misma. Tendrá dicha ciudad los elementos necesarios para la autarquía y la eficacia, estando dividida también en tres clases sociales: ciudadanos ociosos, esclavos agricultores y artesanos. Estas dos últimas forman el pueblo. De los primeros saldrán los guerreros, sacerdotes y gobernantes.

Su tamaño, por otra parte, será el suficiente para el autoabastecimiento; su territorio de calidad, de fácil socorro y de difícil acceso para los atacantes. En zona salubre, con agua abundante, de buena ubicación política y emplazamiento estratégico.

La distribución de la tierra sería en dos partes: un tercio de propiedad común destinada al sostenimiento de los sacerdotes y de las comidas comunes, y dos tercios de propiedad particular, teniendo cada ciudadano un lote cerca de la ciudad y otro cerca de la frontera.
Por la opinión de Aristóteles podemos deducir que consideraba más agradable y útil para toda clase de actividades la distribución regular y moderna al modo de Hipodamo. Pero reconoce que es más defensiva la disposición antigua irregular (systádes). La ciudad ideal debería tener parte de ambas disposiciones. Las murallas no sólo serían útiles sino que contribuirían al ornato de la ciudad.

Finalmente la ciudad contaría con una serie de elementos y edificios públicos: en la zona de servicio de los dioses habría templos, mesas comunes para magistrados y sacerdotes, plaza para el ocio de los ciudadanos y gimnasio para adultos; en la zona de comidas comunes, la plaza del mercado y la sede de los magistrados administrativos; en la zona de los particulares, nuevos templos, mesas comunes para los magistrados agrónomos, puestos de guardia y mesas para los ciudadanos.


Imagen 5. Aristóteles, ciudad de la Política, según Cervera Vera


(Fuente: MUÑOZ JIMÉNEZ, J.M. Aproximación al urbanismo griego: la ciudad como obra de arte. Estudios Clásicos, Tomo XXXIII (Número 100). Madrid, 1991.)

jueves, 15 de mayo de 2014

Introducción

"La ciudad es la más importante obra del hombre, lo reúne todo, y nada que se relacione con el hombre le es ajeno o indiferente" (Walt Whitman).

"La ciudad es la forma y el símbolo de una relación social integrada" (Lewis Mumford).

Son muchos los que han tratado de definir el concepto de ciudad, pero he elegido estas dos definiciones porque reflejan dos aspectos esenciales de la ciudad que son relevantes para comprender el por qué de una "Ciudad ideal".

El primero es que la ciudad es obra del hombre y por lo tanto es tarea de éste su creación y su evolución.
Y en segundo lugar la ciudad es un fiel reflejo de la sociedad, con sus desigualdades e incongruencias, lo que lleva a pensar que una ciudad ideal puede dar lugar a una sociedad ideal.

Teniendo en cuenta esto, a lo largo de la historia arquitectos, artistas, filósofos y escritores han imaginado una ciudad ideal, ya sea como representación física de una sociedad utópica o distópica, o como respuesta a problemas en la ciudad existente.

En este blog se pretende hacer un repaso cronológico de la larga búsqueda que ha sido y es la ciudad ideal, comenzando en la antigua Grecia y llegando hasta nuestros días.