Utopía, de Tomás Moro
Biografía
(Thomas
More) Político y humanista inglés (Londres, 1478 -1535). Procedente de la
pequeña nobleza, estudió en la Universidad de Oxford y accedió a la corte
inglesa en calidad de jurista. Su experiencia como abogado y juez le hizo
reflexionar sobre la injusticia del mundo, a la luz de su relación intelectual
con los humanistas del continente (como Erasmo de Rotterdam).
Desde 1504 fue miembro del Parlamento, donde se hizo notar por sus posturas
audaces en contra de la tiranía.
Su
obra más relevante como pensador político fue Utopía (París,
1516). En ella criticó el orden político, social y religioso establecido, bajo
la fórmula de imaginar cómo antítesis una comunidad perfecta. Su modelo estaba
caracterizado por la igualdad social, la fe religiosa, la tolerancia y el
imperio de la Ley, combinando la democracia en las unidades de base con la
obediencia general a la planificación racional del gobierno.
Obra
Utopía,
cuyo nombre original en latín es Libellus.
. . De optimo reipublicae statu, deque
nova insula Vtopiae (en español, Libro
Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía).
El
libro consta de dos partes. La primera es un diálogo que gira principalmente en
torno a cuestiones filosóficas, políticas y económicas en la Inglaterra
contemporánea al autor y la segunda parte es la narración que uno de los
personajes del diálogo realiza de la isla de Utopía.
El
nombre de la isla fue inventado por Moro y los estudiosos de su obra le
atribuyen dos orígenes, ambos del griego. Uno es ou, que significa "no" y el otro eu, que significa "bueno". En ambos casos, el prefijo se
complementa con la palabra topos, que
se traduce como "lugar".
Aunque
con el paso del tiempo el término utopía se haya popularizado como sinónimo de perfección,
u objetivo inalcanzable, Tomás Moro no le atribuye explícitamente ese
significado en su obra.
La descripción de la isla es
realizada en el libro a través del personaje de un explorador, Raphael
Hythloday, que Moro presenta como un integrante de la tripulación de Vespucio (Americo
Vespucio) que se separó durante el viaje junto a otro tripulantes y que vivió
cinco años en la comunidad de Utopía.
Nos cuenta que Utopía es una
isla artificial con forma de luna creciente
con una anchura en su parte central de 200 millas y formando un arco de
500 millas. Esta forma de media luna deja una bahía resguardada de los vientos
que sirve de puerto natural. Tanto la bahía como toda la línea de costa son de
difícil acceso para posibles atacantes, con lo que el autor soluciona el tema
de la seguridad.
Imagen 1. Mapa de Abraham Ortelius,ca. 1595.
La isla cuenta con cincuenta
y cuatro grandes y magníficas ciudades. Todas ellas tienen la misma lengua,
idénticas costumbres, instituciones y leyes. Todas están construidas sobre un
mismo plano, y todas tienen un mismo aspecto, salvo las particularidades del
terreno. La distancia que separa a las ciudades vecinas es de veinticuatro
millas. Ninguna, sin embargo, está tan lejana que no se pueda llegar ella desde
otra ciudad en un día de camino. La capital es Amaurota por encontrarse en
medio de la isla.
Cada ciudad tiene asignados
terrenos cultivables en una superficie no menor a doce millas por cada uno de
los lados; si la distancia entre ciudades es mayor, entonces la superficie
puede aumentarse. Ninguna ciudad tiene ansias de extender sus territorios. Los
habitantes se consideran más agricultores que propietarios.
En medio de los campos hay
casas muy cómodas y perfectamente equipadas de aperos de labranza. Son
habitadas por ciudadanos que vienen en turnos a residir en ellas. Cada familia
rural consta de cuarenta miembros, hombres y mujeres. Todos los años veinte
agricultores de cada familia vuelven a la ciudad, después de haber residido dos
arios en el campo. Son remplazados por otros veinte individuos. Estos son
instruidos juntamente con los que llevan todavía un año, y que, como es lógico,
tienen una mayor experiencia en las faenas del campo. A su vez, serán los instructores
del próximo año. Los campesinos cultivan la tierra, crían ganado, labran la
madera, y la transportan a la ciudad unas veces por tierra y otras por mar.
Amaurota está situada en la
suave pendiente de una colina. Su forma es casi un cuadrado. Su anchura, en
efecto, comienza casi al borde de la cumbre de la colina, se extiende dos mil
pasos hasta el río Anhidro, y se alarga a medida que sigue el curso del río.
La ciudad está unida a la
otra orilla del río por un puente de espléndidos arcos, con pilares de piedra,
no de madera. Este puente situado en la parte más alejada del mar, permite a
los navíos atravesar totalmente y sin riesgo toda la zona de la ciudad bañada
por el río.
Una alta y ancha muralla,
guarnecida de torres y de fortalezas frecuentes, hace de la ciudad una plaza
fuerte. En sus tres lados hay un foso sin agua, ancho y profundo, pero
impracticable a causa de la maraña de espinos. En el cuarto lado, el río mismo hace
de foso.
El trazado de calles y plazas
responde al tráfico y a la protección contra el viento. Los edificios son
elegantes y limpios, en forma de terraza, y están situados frente a frente a lo
largo de toda la calle. Las fachadas de las casas están separadas por una calzada
de veinte pies de ancho. En su parte trasera hay un amplio huerto o jardín tan ancho
como la misma calzada, y rodeado por la parte trasera de las demás manzanas.
Cada casa tiene una puerta principal que da a la calle, y otra trasera que da
al jardín. Ambas puertas son de doble hoja, que se abren con un leve empujón y se
cierran automáticamente detrás de uno. Todos pueden entrar y salir en ellas. Nada
se considera de propiedad privada. Las mismas casas se cambian cada diez años,
después de echarlas a suertes.
La ciudad del sol, de Tommaso Campanella
Biografía
(Giovanni Campanella; Stilo,
1568 - París, 1639) Filósofo italiano que defendió en su obra una sensibilidad
universal, el conocimiento de uno mismo como principio de toda certeza y una
única religión natural, de la que las religiones concretas no son sino meras
formas parciales. De sus obras destaca la célebre utopía política La ciudad del Sol (Civitas Solis)(c. 1602), proyecto social
que debía guiarse por las leyes naturales y del que quedaban excluidos la
propiedad privada y el individualismo.
Obra
En
la primera parte de su libro La ciudad
del Sol habla de la forma de la ciudad y de su gobierno. El autor narra la
historia a modo de diálogo entre el gran Maestre de los Hospitalarios y un
Almirante genovés, huésped suyo. Es éste último el que nos describe cómo
conoció la ciudad en uno de sus viajes.
La
Ciudad del Sol se encuentra en la ínsula imaginaria de Taprobana (la actual Sri
Lanka).
En
el centro de una vastísima llanura surge una elevada colina, sobre la cual
descansa la mayor parte de la Ciudad. Sin embargo, sus numerosas
circunferencias se extienden mucho más allá de las faldas del monte, de modo
que el diámetro de la Ciudad tiene dos o más millas, y siete el recinto
Íntegro. Se halla dividida en siete grandes círculos o recintos, cada uno de
los cuales lleva el nombre de uno de los siete planetas. Se pasa de uno a otro
recinto por cuatro corredores y por cuatro puertas, orientadas respectivamente
en dirección de los cuatro puntos cardinales. La Ciudad está construída de tal manera
que, si alguien lograse ganar el primer recinto, necesitaría redoblar su
esfuerzo para conquistar el segundo; mayor aún, para el tercero, y así
sucesivament. Por consiguiente, el que quisiera conquistarla, tendría que
atacarla siete veces. El primero de sus recintos tiene tal anchura, está tan
lleno de terraplenes y tan defendido con fortalezas, torres, máquinas de guerra
y fosos, que es infranqueable.
De
esta manera el autor fija la seguridad de la ciudad, no hay que olvidar que
éste era el aspecto más importante en aquélla época.
Al traspasar la puerta que
mira al Septentrión (la cual está revestida de hierro y construída en forma tal
que puede levantarse, bajarse y cerrarse cómoda y seguramente, corriendo para
ello, con maravilloso arte, resortes que penetran hasta el fondo de resistentes
jambas), hay un espacio llano, de sesenta pasos de extensión, entre la primera
y la segunda pared.
Desde allí se contemplan
inmensos palacios, unidos tan estrechamente entre sí a lo largo del muro del
segundo círculo que puede decirse que forman un solo edificio. A la mitad de la
altura de dichos palacios surge una serie de arcadas que se prolongan a lo
largo de todo el círculo, sobre las cuales hay galerías y se apoyan en hermosas
columnas de amplia base que rodean casi totalmente el subpórtico, como los
peristilos o los claustros de los monjes.
Por abajo, únicamente son
accesibles por la parte cóncava del muro interior. Por ella se penetra a pie
llano en las habitaciones inferiores, mientras que para llegar a las superiores
hay que subir por escaleras de mármol que conducen a unas galerías interiores.
Desde éstas se llega a las partes más altas de los edificios, que son hermosas,
poseen ventanas en la parte cóncava y en la parte convexa de los muros y se
distinguen por sus livianas paredes.
El muro convexo, es decir, el
exterior, tiene ocho palmos de espesor; el cóncavo, tres; el intermedio, uno o
casi uno y medio.
Se llega después a la segunda
llanura, que es unos tres pasos más estrecha que la primera. Entonces se divisa
el primer muro del segundo círculo, adornado en su parte interior y superior
con galerías análogas a las del primero. En la parte interna hay otro muro que
rodea los palacios y posee unos segundos balcones y peristilos semejantes,
sostenidos por columnas. En la parte de arriba tiene excelentes pinturas en el
lugar en que las puertas sobresalen de las habitaciones superiores.
Imagen 2. Representación de la Ciudad del Sol
Y así, a través de parecidos
círculos y dobles muros que rodean los palacios, adornados de galerías situadas
en la parte exterior y sostenidas por columnas, se llega, caminando siempre por
terreno llano, a la parte última de la Ciudad.
Sin embargo, al entrar por
las puertas de cada uno de los círculos (las cuales son dos, a saber, una del
muro exterior y otra del interior), hay que subir escalones, pero construidos
de tal manera que apenas es perceptible la subida, porque se camina en sentido
transversal y además los escalones distan muy poco unos de otros.
En la cima del monte hay una
llanura muy extensa, en cuyo centro surge un templo admirablemente construido.
Una vez más se recurre a la
forma circular y la defensa de la ciudad es la característica principal que
define el urbanismo.
El templo es completamente
redondo y no está rodeado de muros, sino que se apoya en gruesas columnas,
bellamente decoradas. La bóveda principal, admirablemente construída y situada
en el centro o polo del templo, posee una segunda bóveda, más alta y de menor
dimensión, dotada de un respiradero, próximo al altar que es único y se
encuentra rodeado de columnas en el centro del templo. Este último tiene más de
trescientos cincuenta pasos de extensión.
Sobre el altar se ve
únicamente un globo grande en el que está dibujado todo el cielo, y otro que
representa la Tierra. Además, en el techo de la bóveda principal están pintadas
y designadas con sus propios nombres todas las estrellas celestes, desde la
primera hasta la sexta magnitud.
En cuanto a la forma de
gobierno: El jefe supremo es un sacerdote, al que en su idioma designan con el
nombre de Hob, en el nuestro, le
llamaríamos Metafísico. Se halla al frente de todas las cosas temporales y
espirituales.
Le asisten tres jefes
adjuntos, llamados Pon, Sin y Mor, palabras que en nuestra lengua significan respectivamente Poder,
Sabiduría y Amor.
El Poder tiene a su cargo lo
relativo a la guerra y a la paz, así como también al arte militar.
A la Sabiduría compete lo
concerniente a las artes liberales y mecánicas, las ciencias y sus magistrados,
los doctores y las escuelas de las correspondientes disciplinas.
En primer lugar, el Amor
tiene a su cargo todo lo concerniente a la procreación, a fin de que hombres y
mujeres se unan entre sí en condiciones tales que engendren una excelente
prole.
El autor defiende que la
propiedad en cualquiera de sus formas nace y se fomenta por el hecho de que
cada uno posee a título exclusivo casa, hijos y mujeres.
De aquí surge el amor propio,
pues cada cual aspira a enriquecer a sus hijos, encumbrarlos a los más altos puestos
y convertirlos en herederos de cuantiosos bienes. Para conseguirlo, los
poderosos y los descendientes de noble linaje defraudan al erario público; los
débiles, los pobres y los de origen humilde se tornan avaros, intrigantes e
hipócritas. Por el contrario, una vez que ha desaparecido el amor propio,
subsiste solamente el amor a la colectividad.
Por lo tanto no existe la
propiedad privada y nadie necesita más de lo que se le asigna.
(Fuente: La Ciudad del Sol, Tommaso Campanella)
La Nueva Atlántida, de Francis Bacon
Biografía
Francis Bacon (1561/01/22 -
1626/04/09)
Nació el 22 de enero de 1561
en Londres. Hijo de Sir Nicolás Bacon.
Cursó estudios en Cambridge.
Pasó algún tiempo como residente en París, como parte de la embajada de
Inglaterra. Fue nombrado por Isabel I Lord del Sello Privado, consejero
extraordinario del reino y además lo eligió para la Cámara de los Comunes.
En su obra filosófica aparece
la gran influencia de Montaigne y Maquiavelo. Su proyecto de reforma de las
ciencias tiene su base en su Novum
Organum sive iudicia vera de interpretatione naturae de 1620. En ella
contraponía al Organon aristotélico,
como nuevo método de lógica inductiva. Por lo que se le considera padre
empirismo.
Francis Bacon falleció en
Highgate el 9 de abril de 1626, cuando ya se había retirado, mientras trataba
de comprobar los efectos del frío para la conservación de los alimentos.
En 1627 se publicó
póstumamente su Nueva Atlántida, una utopía basada en una ciudad gobernada por
sabios.
Obra
La nueva Atlántida sigue la
línea de las utopías clásicas, es decir un Estado ideal imaginario en el cual
los ciudadanos no tienen problemas debido a la perfecta organización social. El
título hace referencia a la obra de Platón que ya se vio aquí.
Una vez más el autor nos
embarca en un viaje de descubrimiento de nuevos mundos como ya hemos visto en
las otras utopías, no podemos olvidar que desde que Cristóbal Colón descubriera
América y demostrase que la Tierra es redonda, se sucedieron miles de
expediciones en busca de nuevos mundos que explorar, y por qué no decirlo, que
explotar.
Habla el autor de que parten
en barco de Perú hacia China y Japón y que tras varios meses de viaje y
agotadas las provisiones encuentran tierra y una hermosa ciudad.
Se trata de la isla de Bensalem, con un diámetro de 5.600
millas, donde habita un pueblo gentil, que ha permanecido oculto al resto del
mundo aunque conoce la religión cristiana y el resto de países gracias a que
envía viajeros por todos los países para adquirir conocimiento.
Imagen 3. Representación de la Nueva Atlántida
Ya sea porque se trata de una
obra inconclusa o porque el libro es un ejercicio filosófico con el objetivo de
mostrar un método científico basado en la observación, el caso es que el autor
no describe cómo sería físicamente la ciudad ideal, y se centra más en lo que a
su criterio debe ser la sociedad ideal.
En esta sociedad la familia
es lo más importante y se rigen por unas leyes muy estrictas en cuanto a los
extranjeros.
El autor cae en una
contradicción, los habitantes de Bensalem son muy religiosos, y admiran y
alaban la obra de Dios, sin embargo no dudan en alterar la naturaleza
desarrollando nuevas especies de animales y plantas, prolongando la vida de las
personas o incluso crean nuevos materiales mediante alquimia.
(Fuente: La Nueva Atlántida, Francis Bacon)